La utilidad de este pequeño vertebrado para la docena de especialistas de distintas disciplinas implicados es clave para acometer algo tan complejo como el hallazgo de nuevos tratamientos para una enfermedad rara. Esa enfermedad, concreta García Moreno, es el llamado «síndrome KBG y sus variantes genéticas en el gen ANKRD11».
La iniciativa en la que se han enfrascado, gracias a la financiación de la Consejería de Medio Ambiente, Universidades, Investigación y Mar Menor, a través de la Fundación Séneca, se centra en lo que los investigadores denominan desarrollo de un modelo preclínico de pez cebra. «El fin es comprender mejor los mecanismos moleculares de la enfermedad e identificar nuevas dianas terapéuticas, lo que permitirá desarrollar opciones terapéuticas para los pacientes».
Las personas aquejadas de síndrome KBG, causado por mutaciones en el citado gen ANKRD11, como explican desde la asociación nacional de familias de afectados, creada en abril de 2021, presentan rasgos faciales como una cara triangular, un aplanamiento de la parte trasera de la cabeza, ojos muy espaciados, cejas anchas o pobladas, orejas y puente nasal prominentes y una nariz con forma de bulbo, entre otras características. Además, estas personas pueden sufrir dificultades para alimentarse, sobre todo de niños; anomalías en el esqueleto y pérdida de audición, por ejemplo. Todo ello acompañado con frecuencia de déficit de atención, retraso en la maduración, retraso al andar, escasa estatura, intolerancia a los cambios y un retraso intelectual leve o moderado en algunos casos, entre otras afecciones.
El pequeño animal listado, que fue el primer vertebrado en clonarse, es muy empleado para avanzar en el estudio de enfermedades humanas
No son muchos los enfermos, de ahí que se considere un trastorno raro (menos de cinco casos por cada 10.000 personas, y en este caso apenas unos cientos), pero el estudio de posibles vías terapéuticas responde a una necesidad básica no solo para los afectados, sino para el avance de la ciencia. Y para ese avance se ha elegido al pez cebra, en el que se ha especializado el equipo de Inmunidad, Inflamación y Cáncer, liderado por el catedrático de biología celular de la Universidad de Murcia (UMU) Victoriano Mulero Méndez.
«Tenemos una sólida trayectoria en el uso del pez cebra como modelo en biomedicina, y en los últimos años particularmente en enfermedades genéticas raras», avala Diana García, del área de Inmunobiología, Microbiología y Enfermedades infecciosas del IMIB. Este bagaje científico y la experiencia previa que han adquirido en modelos de enfermedades raras, añade, «nos han impulsado a continuar investigando en este campo».
La dolencia El síndrome KBG es un trastorno que afecta a numerosos aspectos de las personas que lo padecen.
El modelo El pez cebra, empleado en esta investigación, es una especie común en múltiples trabajos científicos para replicar afecciones humanas. El objetivo es comprender mejor la enfermedad para tratar de desarrollar opciones terapéuticas para los pacientes.
El pez cebra que emplea el equipo de Victoriano Mulero es una especie de agua dulce propia de la India muy empleada en los acuarios y también por los investigadores. De hecho, es el primer vertebrado que la ciencia logró clonar, aunque la fama se la llevase en 1996 la oveja Dolly, como primer mamífero. Para los científicos, el 'Danio rerio' ofrece unas características fantásticas para estudiar distintos procesos biológicos, de modo que les permite modelar enfermedades humanas.
Mulero destaca la «ventaja de trabajar con un modelo animal 'in vivo' para «visualizar de forma global lo que ocurre en el organismo completo». El síndrome KBG no es la única dolencia que su grupo estudia sirviéndose del pececillo listado (de ahí le viene lo de cebra). Estas páginas han recogido otras investigaciones en las que el 'Danio rerio' abre el camino a la «posibilidad de ayudar a pacientes que sufren enfermedades raras», lo que, apunta el catedrático, «es una gran motivación para mí y todo el equipo de investigación».
En el proyecto que lideran García Moreno y Martínez López, además del uso de los peces cebra, los especialistas implicados también aportan sus conocimientos en áreas como la edición genética con técnicas CRISPR-Cas9, el análisis de nuevos fármacos e incluso en dermatología infantil. Para este trabajo, explica García, «también mantenemos estrechas colaboraciones tanto con el grupo de la doctora María Cayuela Cayuela, del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, y contamos con el apoyo de la Asociación Española del Síndrome KBG». Todos con un objetivo compartido: extraer de un pez común las claves para entender mejor y luchar con más armas frente a la enfermedad.
Investigaciones similares a las del equipo de especialistas liderado por las doctoras Diana García y Alicia Martínez no abundan, ni en España ni en el resto del mundo. «A nivel local, se encuentra nuestro grupo, que pertenece al Instituto Murciano de Investigación Biosanitaria Pascual Parrilla (IMIB-PP) y la Universidad de Murcia (UMU)», explica García. Este equipo, cuyo proyecto financiado por la Fundación Séneca arrancó en diciembre de 2022 y está previsto que concluye al acabar 2025, forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer), que es una de las principales redes de investigación en este campo.
A nivel internacional, precisa la experta, hay varios grupos de investigación y proyectos parecidos, entre los que destacan los emprendidos por el grupo de la doctora de la Universidad de Alberta, en Canadá, Anastassia Voronova, «que ha explorado la conexión entre el desarrollo cerebral y cardíaco en pacientes con KBG».
Junto a etas iniciativas, García Moreno destaca otras dos que no protagonizan investigaciones, pero que resultan importantes por su apoyo: las entidades de familiares y pacientes KBG Foundation y Asociación Española de Síndrome KBG.
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